viernes, 21 de septiembre de 2007

Ajuercitas...

Nunca me ha gustado hacer dietas ni nada de eso, es más me declaro conocedora de la vasta gastronomía hidrocálida, me gustan las gorditas de pierna que venden en Jesús María, el menudo de San Pancho, la birria de Pabellón y el pay de queso con zarzamora que venden en el Codo, aquí en Aguascalientes. Además de que mi vida es meramente como la de un albañil: bolillo con crema, chile y una fría cocacola pero esos días parece que se fueron y por temor a que me dé una diabetes o algo parecido decidí ir con la nutrióloga que me programó alimentos muy alejados a los que yo estaba acostumbrada.
Los ricos pastelitos y empanadas de medio día se han convertido en una palanqueta de amaranto y agua, el pan dulce en las mañanas se ha vuelto fruta y el CAFÉ ESTÁ PROHIBIDO, ¿cómo puedo vivir sin mi café matutino?, ¿cómo puedo soportar a mis histéricas compañeras si no tengo mi dosis (5 ó 6 tazas)?, yo reto a los especialistas en nutrición a que traten de entablar una plática amena, inteligente con sus cuates sin café o cerveza de por medio, a ver ¡hágalo!, verá que no funciona.
Quien pueda comer una deliciosa rebanada de pastel, quien pueda tomarse un capuccino como se debe, quien desayune los domingos un delicioso menudo, qué envidia me da porque por mucho tiempo no podré hacerlo.

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