Reconozco que le tengo mucho pánico a las alturas, o sea, tengo vértigo. Esto no lo hubiera escrito de no ser porque hoy, en uno de los tantos noticieros matutinos, me enteré que se consumó (en otras personas) mi peor miedo: Caer de un puente peatonal. Sucede que dos hombres cayeron en los carriles de medio del periférico el desplomarse el puente peatonal por el que transitaban. Aunque no hay mucho de que lamentarse salvo un par de huesos rotos y el susto de sus vidas al sentir que podían morir al caer o al ser atropellados por uno de los tantos vehículos que circulan muy rápido por el periférico.
Esta noticia confirma que yo tenía razón: los puentes peatonales sí pueden caerse y sí representan un peligro para los inocentes que cruzan por ahí.
Así que juro nunca más volver a subirme a un puente peatonal, de ahora en adelante (contra toda regla de urbanidad) cruzaré por el arroyo vehícular porque así solo tengo la posibilidad de morir atropellada y si me subo a un puente tendré dos opciones de morir: al caer del puente (y así tener varios traumatismos, seguro el craneo-encefálico) y al ser atropellada por un vehículo cuyo conductor no vea que se acaba de caer el puente.
Sirva esto para homenajear a Pavel (¡Se te quiere!) porque también tiene vértigo y tuvo que subir a una plataforma de veinticinco metros de altura para cumplir con su chamba, mi admiración total porque yo no lo haría.
3 comentarios:
Nomb, pues gracias... tengo que decir que ha sido un momento muy difícil en mi vida, y que no sería posible sin el apoyo de mi Jefe que me mandó a grabar y del encargado del tanque elevado que me retó a subir y que por culpa de mi orgullo se salió con la suya.
jajajajaja... gracias Caro.
Fe de erratas:
Mi intención fue comenzar diciendo "Nombre" pero pues los nervios de las alturas me ofuscaron.
Jjajajajajajjajajajajajaja
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